lunes, 18 de noviembre de 2013





MANERAS DE MORIR
                                             1ª Parte
 
 
 
 

 

 

 
La gente hablaba a un volumen más alto de lo normal, como queriendo hacer ver que estaban allí, pero era molesto. El pitido intermitente era señal de que todo iba bien, pero a veces también molestaba sobre todo cuando se hacía continuo y se mezclaba con los de las otras camas. Sentía la cara embotada, acolchados los labios y dormido mi cuerpo. Tenía la boca seca pero no sed. Los brazos los tenía atados y en cada uno existía una vía con diferentes tomas de botellas de sueros. La garganta prieta sin movimiento pero no tenía sensación de ahogo.

Tenía un duermevela donde mezclaba realidad con sueños, pero no sentía dolor ni sensaciones desagradables. Los avances de la medicina, pensé, por lo menos te ayudan a no tener dolor. Quizás también el hábito del dolor llega a embotarte y no sentirlo.

No podía moverme o no se si no lo intentaba simplemente, el caso es que era una rara sensación de querer y no poder.
Lo peor es cuando llegaba la troupe de auxiliares y celadores dispuestos a una limpieza general y cambio de sábanas, no sé dónde han aprendido, pero te duele todo, te clavan los dedos como punzones y encima te dicen gordo, sin escrúpulos, solo gordo, les faltan los adjetivos que se advierten en sus gestos, asqueroso o algo así. Cuando ese primer paso por los verdugos de Pilatos termina, llega el Sanedrín al completo, alumnos en prácticas embatados con su fonendo colgado al cuello a los que detalladamente les relataban lo mal que estaba y las pocas posibilidades de vivir que tenía. Era cruel oír cómo me descomponía lentamente, como mi cuerpo no reaccionaba a las medicaciones que se me estaban administrando pero que estaba estable, "estable de la muerte" diría un moderno. Y ese listillo que viene cada día ¿es que nadie le va a decir que deje de darme en la planta del pie mientras les hablan? ¡Que deje de una puñetera vez de tocar todos los tubitos coño, que me hace daño y no puedo hablar ¡. Y ese otro que no para de dar golpecitos en la cama.. Cuando se irán por Dios qué suplicio. Y así todos los días y encima "estable, sin novedad".

 
Intento recordar cómo y porqué he llegado hasta aquí y que es lo que me pasa, pero me da igual y no me obsesiona saberlo. Me gustaría que mi mujer estuviera en estos momentos a mi lado, es lo único que me da seguridad y tranquilidad. Tengo miedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario