lunes, 2 de junio de 2014

Y SIEMPRE LO MISMO AÑO TRAS AÑO SIGLO TRAS SIGLO


Málaga ha sido siempre una ciudad en continua construcción/destrucción y eso es algo que he comprobado después de muchos días, meses incluso años estudiando publicaciones realizadas desde principios del siglo XX hasta hoy en día.
Cuando no se ha cerrado todavía el socavón de una obra aparece otra en la acera de enfrente, se empuja al mar para hacer un parque, se le empuja aún más y se hace un muelle de atraque en el puerto, se sigue empujando y se agrandan los muelles para poner silos, el mar se cabrea y rompe el morro de contención varias veces, se quitan las vallas del puerto y se retranquean luego se quitan del todo, se tiran los silos y se hace un palmeral, llega el escarabajo picudo y se come las palmeras, se hace Calle Larios, se agranda, se encoje, se pone empedrada, se retiran las piedras, se asfalta, se quita el asfalto y se ponen ladrillos …………..

Cualquier barrio de esta hermosa ciudad ha sido modelado, remodelado, pintado  y repintado y después demolido, creo que solo la Catedral se salva y es porque la obra está por terminar y después de tantos años da “lacha” tirarla y un “Corralón” que mi amiga Pepa me ha recordado que aún y a pesar de muchos, todavía existe.

Hemos convertido una hermosa ciudad andaluza en un enjambre de bloques horrorosos sin el más mínimo detalle de identidad local. La espantosa carretera de Cádiz arbolada de ladrillos con una hojarasca policromada de ropa tendida nos conduce a lo que en su día fue un barrio marinero llamado Torremolinos convertido desde hace años  en una descompuesta Torre de Babel por aquello del “desarrollo económico” que tantos bolsillos llenó dejando tras de sí un lastre social, cultural y ecológico del que no se ha salido en los últimos 50 años.

Los “chiringuitos” de nuestras playas (salvo unas pocas excepciones que pocos conocemos) han cambiado su refrescante suelo de arena fresquita por un duro y caluroso cemento, cierres de aluminio y aire acondicionado, un verdadero asquito.

Como ya no tenemos tranvías como en otras ciudades de países mucho más desarrollados ahora hacemos un suburbano y quieren que nos desplacemos en esta capital de la luz más bonita del mundo, como los topos o las ratas, por túneles bajo tierra. La brisa marina para las gaviotas.

Pero todas estas cosas siempre se han sabido gracias a esos malagueños que siempre estaban vigilando las obras y poniendo “peros” a todo lo que se hacía como profetas bíblicos aventurando la que se venía venir.


Pero nadie es profeta en su tierra.