domingo, 25 de mayo de 2014

MALAGA Y YASTÁ





Aunque no nací en Málaga llevo muchos años viviendo en ella, mi mujer y mis hijos son malagueños así como mis padres, abuelos y dos de mis 6 hermanos, por lo que puedo decir que soy hijo adoptivo de esta ciudad. 
Pero cuando llegué traído de la mano de Dios a esta hermosa ciudad mi forma de hablar era muy castellana lo que me trajo problemas por ser “muy fino” en la lengua cotidiana. Mi idiosincrasia me llevó de forma temprana a saber oír e intentar comprender la forma peculiar del lenguaje malagueño. Me resultó difícil no solo comprenderlo sino distinguir el lenguaje ya fuera de la Sierra o del litoral y más del litoral de levante o del poniente ( se habla diferente en Estepona que en Nerja o en la sierra de Ronda que en la Anarquía ), aun así a cualquier malagueño le cuesta trabajo comprender todo lo que se dice en un diálogo popular.

Pero con el paso de los años he visto como de una manera inexplicable el lenguaje popular, ya sea por la influencia de los medios de comunicación o por la propia enseñanza escolar ha variado hacia un castellanismo tarado (por las eses y cetas mal interpretadas en el dialecto andaluz, mal introducidas y sobre todo con una cojera lingüística que solo las utiliza “sui generis” cada individuo).

Pero no solo es la musicalidad del lenguaje lo que ha cambiado, son las propias palabras de uso habitual que han desaparecido del repertorio vocal de los malagueños. Poe ejemplo: ¿Alguien dice hoy en día “muerde vieo”? O: ¡ Que chungo tío, vengo guarnio del curro ¡. ¡ Ponme un mitá y do teeringos calentitos ¡………………… ¿Dónde está esa Campana o Quitapenas o Bodegas Romero o el Alaska o la Buena Sombra o el boquerón de plata para tomarse un pedro un floristé o un pintaito? ¿ Y nuestra moama de pintarroa?.

Ni se habla malagueño ni se vive en malagueño ni se comen “chumbos fresquitos de Cártama grandes y reondos”, los boquerones son italianos, los chanquetes han desaparecido y el bollo con manteca colorá es tostada con mantequilla y mermelada.


Pero mientras mi madre fría el pescaito como ella solo sabe, haga er cardito de pintarroa  y er lomo en manteca seguiré viviendo en la Málaga que conocí hace años. Y al que no le gusten las calorías y solo piense en el gimnasio que le den por culo.