martes, 15 de octubre de 2013

EL COLEGIO ERA ALGO MUY ABURRIDO

EL COLEGIO ERA ALGO MUY ABURRIDO


El colegio era algo muy aburrido, más que aburrido tenebroso. Frío, oscuro y triste.

Las galerías que circundaban parte de él se iluminaban con la luz que entraba por sus ventanales, fuerte por la mañana, apagadas a media tarde y oscuras, muy oscuras por la tarde- noche de los eternos inviernos y solo se iluminaba con unas amarillentas luces tan espaciadas que no permitían ver más allá de siete u ocho metros.

Las aulas con pupitres de madera roída, lijada y relijada, barnizada y rebarnizada, reparadas hasta en sus más escondidas tablas eran el calabozo donde éramos encerrados durante horas cual presos en galeras rompiendo los deseos y sentimientos de unos niños que querían desahogar sus más fuertes instintos naturales de correr, gritar, jugar e incluso evacuar sus vejigas.

Ante tan espantoso escenario de adiestramiento y doma de pequeños salvajes solo nuestra imaginación volaba por tejados, montes y mares, se soñaba despierto y entonces “estabas en Babia” y eras duramente reprimido con castigos de inmovilización en pasillos o sin ese preciado bocadillo que en medio de la mañana despertaba nuestras papilas gustatorias y con el estómago lleno apaciguaba nuestros instintos mas naturales.

Del negro del hábito al negro del ambiente solo quedaba un color, el gris del ronco sonido de unas palabras perdidas que ni nos interesaban ni queríamos oír.

Todo era malo y todo prohibido, éramos malos y condenados de nacimiento y el terror de una religión, la única verdadera, era inculcado en nuestras mentes como principio y fin de todo.

El aprendizaje se hacía algo odioso, entraba con dolor y salía con desprecio, solo se agradecía el haber aprendido a leer y escribir y poder devorar lo escrito por quienes habían volado antes que nosotros por mundos desconocidos que transmitían en papel sin dolor, con plena libertad, eran ese rayo de luz que iluminaba nuestras mentes y alimentaban nuestros conocimientos. Lectura… hermosa lectura donde fuimos libres por primera vez y con la que conocimos ese otro Universo tan oculto para muchos.

La salida del colegio era una estampida humana provocada por la explosión de emociones reprimidas durante horas, contención contra natura de espíritus en pleno desarrollo que precisaban de ellas para vivir. Atrás quedaba una aburrida, tenebrosa, fría, oscura y triste jornada que se repetiría durante años.

Gracias a la naturaleza en gran parte conseguimos olvidar casi todo lo malo, conservando los pocos buenos recuerdos que entre tanta oscuridad vivimos.



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