Era el año 1960, le gustaba al
pasar cerca de la estación entrar a ver los trenes, sus máquinas emanando humo
por sus grandes chimeneas, el soplido de sus válvulas cuando empezaban a
marchar y el sonoro pitido de despedida cuando comenzaba a moverse. Previamente
del andén lleno de gente se oía una voz tras un pitido de silbato de aviso
gritando “Viajeros al tren…”.
Las lágrimas empañaban los ojos de
muchos de los que se iban, en el andén madres dando sus últimos consejos a sus
hijos y padres pidiendo que no se olviden de escribir y dar noticias. Otros se
abrazaban a sus esposas e hijos pequeños prometiendo que pronto volverían y que
no les iba a faltar de nada mientras estuvieran trabajando en el extranjero.
Tras la partida la tristeza y el silencio, cabizbajos rumiaban oraciones y
blasfemias mezcladas con el dolor de la separación obligada por la pobreza, el paro
y la falta de esperanza en un futuro mejor para sus familias. Muchos nunca
volvieron o por buena fortuna o por la desgracia, otros consiguieron sobrevivir
las contrariedades y sin pena ni gloria se incorporaron a sus orígenes con la única satisfacción de haber
contribuido a la economía familiar y sin darse cuenta también a la estatal.
Pasaron los años, más de 50 y
continuaba sintiendo la misma afición por los trenes, jubilado y enfermo seguía
sentándose en el andén de la estación donde ya no se oyen pitidos ni hay humo
de las máquinas ni gritan el “viajeros al tren, un ding-dang avisaba del número
de la vía y la hora de salida del Ave con destino a:…. Eso no ha variado, las
maletas no llevan correa para que no se abran, llevan ruedas y son de colores
pero los hijos y nietos de aquellos que en otro tiempo emigraron siguen
haciéndolo, siguen las caras tristes, las lágrimas, las oraciones y blasfemias
a media voz y la desesperanza por no poder desarrollar su trabajo en su tierra,
donde quieren estar, con quienes quieren estar. La historia se repite y parece
que nunca aprendemos a cambiar esta forma de malvivir.
Muy bonito y emocionante tu publicación. Me gusta tu estilo. Felicidades Paco y besitos a tu madre
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