Como
casi todos los días que puedo hoy me he sentado en ese microcosmos que es el
bar de la esquina de detrás de mi casa, si habéis leído bien, microcosmos y voy
a explicaros porqué.
En
el mundo convivimos personas, animales y cosas dentro de un clima que varía
según qué región, pues bien en mi pequeño bar puedes disfrutar el clima es muy
variable, puedes sentarte en la terraza y sufrir los diferentes vientos ya sean
de levante, poniente, del norte y del sur, cada uno acompañado de los fenómenos
atmosféricos propios, agua, frío, calor que aquí llamamos terral, brisa marina
e incluso la mar chicha que así se denomina cuando no sopla ningún viento. En
el interior y dependiendo de la zona en que te sientes hay corrientes, solecito
por una ventana y en verano puedes elegir entre el frío del aire acondicionado
y el calor africano del rincón del fondo. En cuanto al aroma interior tenemos
el de fritura malagueña, el de carne asada y hasta el de unos callos
recalentados. La luz también depende de la zona, desde el fluorescente vibrador
hasta la penumbra de barrio periférico.
Pero
lo realmente mas importante son los personajes variopintos que invaden ese
territorio común.
A
primera hora entra un señor con gafas, bien trajeado de colores oscuros, más
bien serio, nunca habla con nadie,
encorbatado, algo giboso y que siempre pide café, pronto descubrí que
era el director de la sucursal de la Caja de Ahorros de al lado. De pronto se
llenan dos mesas de unos jóvenes de ambos sexos uniformados y que siempre piden
un copioso desayuno o merienda, dependiendo de la hora, café o zumos,
bocadillos, sándwich y bebidas
refrescantes que los y las más delgadas dejan a la mitad y cuyas conversaciones
los delatan como empleados de una gran superficie, son del súper de al lado. Conforme
avanza la mañana casi al mediodía llega lo más florido del barrio o sea todos
los parados, los jubilados, los bebedores habituales y los ancianos. Entre esta
multitud comienzan a pulular vendedores de todo, cupones, lotería, calcetines,
calzoncillos, pulseras, fauna africana diversa y todo lo que quieras. Se habla
de futbol de política de lo bueno que estaban años atrás los chanquetes, el
pedrito y los pintaos, la Victoria grande y los chumbos en verano, entran
varios marroquíes que se sientan a tomar un café que les dura tres horas y que
hablan en su idioma que parece que siempre se están peleando, a veces se oye
hablar en un raro francés de quien ha venido de vacaciones a su ciudad pero les
parece que da categoría hablar en la lengua de Molière aunque se haga mal. El
camarero, dueño, cocinero y limpiador, siempre se está quejando de la crisis
con una cara más agria que un pomelo, la ciega de los cupones ve mejor que yo y
el pobre anciano que siempre entra cuando ve a quién siempre le invita, saluda
desde lejos esperando un desayuno que sus 300 euros mensuales no da para tomar,
de camino se lleva un platito para su cena si alguien lo paga, solo y en el aquel
salón en el rincón del ángulo oscuro como el arpa de la rima de Becquer,
lloraba la soledad en que se encontraba.
Y
entre gritos infantiles, peticiones de tapas, risas artificiales, reacciones de
los efluvios alcohólicos y silencios eternos pasa un día cualquiera que nunca
será igual que el anterior y que se repetirá asiduamente para el que mire a su
alrededor y sepa ver y oír.
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