jueves, 24 de octubre de 2013

MANERAS DE VIVIR EL AMOR
1ª PARTE



La primera vez que la vio sentada frente a él desayunando no pudo quitarle la vista de encima. Leía el periódico que se levantaba ante ella como una tapia en el campo y le impedía ver más allá de su cabeza. Llevaba un peinado que él llamaría moderno dentro del desconocimiento que poseía de actualidad en la peluquería de señoras. Unas pequeñas y bonitas orejas asomaban con dos pendientes circulares que como dos botones se adivinaban en el lóbulo de ambos pabellones auriculares. Los ojos vivos y  resplandecientes brillaban cada vez que daba un sorbo de su taza. Morena de pelo y clara de piel tenía unas finas manos, delicadas y con las uñas cortadas sin color alguno. Cogió un 20 Minutos para parapetarse como un cazador en el campo tras de una cubierta de lona y la observó por el filo superior leyendo mil veces el titular del periódico sobre la crisis. Disimuló mirando hacia su página y una de las veces cuando volvió a levantar la cabeza ya no estaba allí sentada, miró hacia la barra y la puerta y no la vio, había desaparecido como por encanto.

Acostumbraba tomar el desayuno en ese bar apartado de su centro de trabajo porque era el único momento que tenía para descansar la cabeza de la matraca de sus compañeros, que si el fútbol, la crisis, el trabajo, lo que se dice un coñazo total. Era ejecutivo de una  empresa y en su cargo trabajaba 24 horas al día además de llevar encima, a pesar de su mediana edad, algo mas de 40 años, una gran responsabilidad laboral en la misma.
Se había sentido atraído e intrigado sin razón racional alguna por aquella mujer, lo irracional es a veces así de imprevisto pero sintió una curiosidad algo mas llamativa de lo normal, también su soledad magnificaba sus sentimientos fueran cuales fueran y en este caso se unía el juego matinal de observar a aquella mujer desde el anonimato con su vacío sentimental actual. 
 Al día siguiente acudió algo más temprano para poder coger una buena mesa de donde dominar toda la cafetería y ver cuando ella entraba si lo hacía y donde se sentaba. Al tercer café cuando le saltaba la pierna de la cafeína ingerida y darle tres vueltas al periódico la vio entrar y sentarse en la misma mesa del día anterior. Al verla en pié observó que era mas bien alta, delgada y con un tipazo que daba hipo, pero que no se notaba en exceso por la clase de ropa que llevaba mas bien ancha y cómoda, se daba poca importancia al moverse y gesticular, no era de esas mujeres que quieren que las miren y lucir sus ropitas en público, eso es lo que le trasmitía.
 Observó que pidió un té sin nada mas, cogió su periódico y se repitió la escena del día anterior. Cuando quiso darse cuenta igual que la otra vez, había desaparecido, pero al mirar al cristal de la calle vio como pasaba y con una sonrisa en la boca y sin mirar levantó levemente su mano con un ligero vaivén de despedida. Se quedó de una piedra y pensó que ella se había dado cuenta de su curiosidad o fisgoneo como cada uno quiera mirarlo y pensó que   al día siguiente hablaría   con ella. Pero mañana era sábado  y pasado domingo y no había desayuno, estuvo todo el fin de semana deseoso por que llegara el lunes, pero no pudo acudir  por cuestiones de trabajo lo que le jodió soberanamente.

Era un martes cualquiera pero muy diferente, tenía unas ganas inmensas de desayunar y se fue muy temprano, encontrando el bar lleno y sentándose en la única mesa que quedaba vacía. Sin haber probado todavía el café oyó como una voz femenina le pedía si podía sentarse con él en la misma  mesa. Aseveró mientras se incorporaba algo descolocado porque era ella, la chica de la mesa de enfrente. Intentaron hablar los dos a la vez y se callaban igualmente sugiriendo al otro “dime tú”, tras varios intentos y una sonrisa nerviosa se excusaron ambos y ella pidió su té. Creía que te pasaba algo, dijo ella, llevas varios días sin venir a desayunar. Entonces se dio cuenta que ella lo había observado también y conocía todas sus miradas y su cara de asombro mientras la buscaba y no la veía. No hablaban  de nada concreto solo de sus gustos, la naturaleza, los viajes, el mar, la montaña, las bicicletas, etc. y comentaron las muchas cosas que tenían en común, como siempre en estas conversaciones pensó ella y también él, solo les faltaba decir en voz alta que a los dos les gustaba las mismas cosas para que la mentira seductora y el ritual de acercamiento fuera completo. Como todo el mundo pensó ella, como todo el mundo pensó él.
 Así siguieron varios días hasta que el lunes siguiente él le propuso realizar una cena especial en un lugar especial y con un menú especial. A ella le gustó la idea aunque no se fiaba mucho de los hombres y menos poco conocidos, no había tenido buenas experiencias en los últimos años y su vida en solitario era como mejor  se encontraba actualmente, salía con sus amigas y se refugiaba en actividades extra-laborales que siempre le habían atraído, pero éste le daba confianza, tenía cara de buena persona, quizás demasiado buena persona. Si tu lo organizas todo yo me dejo llevar con la condición de que los gastos a medias. Así lo acordaron.

1 comentario:

  1. Paco: Le he estado echando un vistazo a tus entradas y la verdad es que me gustan mucho. El blog es una buena manera de decir lo que sentimos cuando queremos. Felicidades por haberlo retomado

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